¿Han ido alguna vez a un restaurante con la mesa demasiado alta y el asiento demasiado bajo? Incómodo ¿verdad? Y como este ejemplo, seguro que se les ocurre unos cuantos.
Si le ha pasado alguna vez, sabrá cómo se sienten los niños en determinados espacios. Cuando diseñamos lugares para ellos, no podemos asumir que son adultos, tienen otras necesidades y otra forma, menos cuadriculada, de pensar.
Si les damos un folio y unas pinturas para que nos dibujen cómo sería el parque de sus sueños, seguramente nos sorprenderían dibujando a todo color un espacio con criaturas inventadas, espacios alternativos, disfraces súper divertidos y hasta las piedras cobrarían vida.
Por favor, no os quedéis con poner un vinilo en la pared con un dibujo mono, eso al segundo día es invisible para ellos. Traslademos el juego a cada ámbito de sus vidas, dejémosles experimentar para que en el futuro, esos niños sean adultos con unas ganas inmensas de comerse el mundo.
Estos ejemplos reflejan, en espíritu, hacía donde deberíamos ir, si pensamos en ellos.